
El autor de la serie de cómics “Anoche” registra sus sueños desde hace una década y mantiene una relación de diálogo personal con sus pesadillas a través del lápiz. En esta entrevista nos anticipa algo de su tercera entrega y explora la importancia de mantener un diario de los sueños ya sea en viñetas o palabras.
“Esto es -más o menos- lo que siempre se asoma bajo la cama y me despierta de puro miedo”, anota el ilustrador argentino Jorge Quien (1970) junto al último cuadro de uno de sus sueños ilustrados en la serie de libritos “Anoche”. Se ve un repugnante monstruo mirándolo sonriente mientras él (de niño, en un sueño recurrente) se esconde bajo un camarote. El dibujante dice que desde el año 2010 empezó a dibujar sus sueños y pesadillas reales en forma de historieta. Primero como un registro personal, hoy como parte de una serie de volúmenes titulados “Anoche” publicados por la Editorial Chancacazo.
“Hay sueños de los que nunca quisiera salir. Hay otros en los que me juego la vida y tengo que hacer un gran esfuerzo para despertar”, declara sobre este trabajo en los que vemos la actividad onírica de Jorge ya sea en la guerra esquivando balas en cámara lenta (pero letales al más mínimo roce), cursando un taller literario con Leonardo DiCaprio (“donde hacíamos cualquier cosa menos escribir”) o donde los aliens lo secuestran y le otorgan super fuerza (“así me entretuve un buen rato doblando monedas y rompiendo guías telefónicas con las manos”), entre otras visiones.
Cada sueño o pesadilla está ilustrado en tres o cuatro cuadros con una cuidada síntesis que conserva en el papel la sensación inabarcable que se tiene al despertar de un sueño sin límites. Para Jorge Quien “Los sueños son un territorio común de vida interior. Así también, puede que algo de este trabajo resuene en el propio imaginario del lector”, cree. “La historieta, y el formato de tira en particular, me pareció especialmente adecuado para el registro de sueños, que a veces tienen un guión muy preciso, con principio, desarrollo y final”, dice sobre el diseño de estos libros en forma de chequera.
Si bien no la practica, la idea de una libreta junto al velador para registrar lo soñado le parece un buen ejercicio de autoconocimiento, dice, aunque es reacio a la tradicional búsqueda de significado literal en los sueños. “Le veo una utilidad más como ejercicio de expresión artística también, ¿como terapia?. no lo sé. Es un trabajo arduo el recordar y poner en imágenes y palabras el material del inconsciente. No sé si está hecho para eso. La experiencia onírica viene en imágenes muy elusivas que no admiten cualquier representación. El Surrealismo lo intentó con resultados variables. Mis viñetas son apenas un reflejo de lo que sueño, una ilustración, están muy lejos de la experiencia original. Pero es el lenguaje que yo manejo. En ese sentido el texto de las viñetas está más cerca del relato del sueño”, agrega.
El artista liga ese significado, muchas veces, a la rutina consciente del día anterior o la cotidianeidad haciendo eco mientras se duerme. “A veces se cuelan aspectos del día anterior en el espacio del sueño, que son fácilmente identificables. Otras veces las distancias espacio-temporales son mucho más extrañas. Puede ser al día siguiente o en algún momento del futuro o del pasado donde encuentras algo que resonaba en un sueño. Unos sueños están más cerca de la experiencia cotidiana, mientras que otros son extraordinarios. Y otros son una combinación de ambos; lo ordinario y lo fantástico. Buscar el sentido en ese laberinto no es fácil. Para eso se supone que ayudaría el psicoanálisis. Pero incluso ahí, en el famoso diván, no hay garantía de encontrar algún sentido”, añade Jorge Quien.
“Así como nadie puede decirte lo que significa tu vida diurna; nadie podrá decirte lo que realmente significan tus sueños. Es un trabajo personal. Y es probable que ni siquiera el soñante pueda sacar mucho en claro. Además, la interpretación no es el único camino en torno a los sueños. También puedes elegir vivirlos, simplemente, como parte de una experiencia de vida integral”.
Durmiendo hacia el sueño lúcido
El recorrido de las páginas en “Anoche” alterna visiones cómicas de sí mismo, instantes aterradores, excepciones a la lógica extraordinarias y una -a veces- incómoda desnudez de la vida interior. Temores, inseguridades y tabús que se exorcizan de mejor manera dibujando o anotando los sueños antes de que se desvanezcan en el ajetreo del desayuno y el matinal de TV.
Sobre estos dibujos, Jorge Quien aclara que no añade nada a los relatos. “Los sueños son tan originales que se sostienen desde su propio “guión”, desde su ilógica interna podríamos decir. En este sentido no hay imágenes difíciles de ilustrar porque las traduzco a un lenguaje común. Los sueños más extraños, más fuertes o impactantes, me los reservo. No hay manera de representarlos. Además, no corresponde cargar al lector con esa intensidad… creo que ya tiene suficiente con sus propios sueños”, señala. “Por otra parte, hay que tener en cuenta que la imagen del recuerdo no es “realmente” lo que sucedió. El artista, comparte sus recomendados para espiar el mundo interior de los sueños ajenos en el trabajo de los historietistas David Heatley (EEUU), Julie Doucet (Canadá) y David B (Francia).
“Nunca sabremos con certeza cómo se veía lo que vivimos en esa dimensión. Porque lo que recordamos corresponde a un trabajo de reconstrucción posterior de la memoria, con las herramientas de la mente de la vida diurna. Es decir, el soñar es un misterio. Pero no menos misterioso que la vida cotidiana. Algo de eso también sucede en lo que llamamos realidad. Por ejemplo, con el fenómeno del color; no sabemos realmente de qué color son las cosas porque eso depende de la acción de la luz. ¿De qué color es una naranja en la oscuridad? No lo sabemos. Y así. Hay que aprender a vivir con el misterio”
No hay recomendaciones para el que quiera registrar o analizar sus sueños. Cada uno lo hará a su manera, plantea el ilustrador que no tiene una libreta ni lápiz a mano en la mesa de noche, cuenta. “Si algún sueño lo amerita puedo levantarme en medio de la noche y escribir algunas palabras para poder recordarlo. En otras ocasiones puede que recuerde un sueño antiguo, de la infancia o la juventud, y entonces lo registro. También me ha sucedido el hecho de postergar un registro importante y luego darme cuenta que ya no queda nada, una sensación nada más. “No hay recomendaciones para el que quiera registrar o analizar sus sueños. Cada uno lo hará a su manera. Hay que estar dispuesto, eso sí, a mirar el aspecto inconsciente de otra forma, desprejuiciadamente, y a veces confrontar delirios y pesadillas. Y si tienes suerte, tal vez tengas uno que otro sueño lúcido. Ahí se pone interesante la cuestión; te das cuenta de que estás soñando. Entonces puedes observar ese mundo con mayor atención. Cuentas con un extraño poder. El problema es que, al menos en mi caso, esa experiencia dura poco, no te da tiempo de explorar todo lo que quisieras, el contexto es demasiado extraño y sin embargo es tu propia creación. Y acabas despertando. Hay que pensar que si en la vigilia no es fácil mantener la lucidez, en el mundo onírico resulta bastante más difícil”.