
Como sabes, el ciclo del sueño concluye cada ciclo con la etapa REM que alcanza su intensidad y duración máxima al final del proceso. Según evidencia científica e investigación reciente , las personas que duermen menos de 7 horas (un periodo que se entiende como falta de sueño en promedio) experimentan el “rebote REM” en el que el circuito del ciclo sueño “acelera” esta última etapa de descanso profundo en la que se producen los sueños aumentando su duración total. Lo mismo le sucede a las personas que se despiertan varias veces por la noche.
Así, el periodo en que soñamos se presuriza y aparece más temprano durante el dormir y con mayor profundidad e intensidad. El contenido de estos sueños tiende a aparecer en ráfagas o lanzamientos rápidos, de una manera que incluso no es agradable, cómoda ni rítmica. Suelen aparecer imágenes aleatorias o discordantes. “En esta etapa el cerebro actúa como un segundo intestino -metafóricamenta hablando- masticando y digiriendo las experiencias de la vida de vigilia y consolidando esos recuerdos como sueños”, señala el Dr. en Psicología Rubin Naiman, autor de “Silencio: un libro de contemplaciones antes de ir a dormir”.
“Cuando estamos recuperando el sueño, experimentamos una mayor densidad REM,. “Esto significa que aumenta la actividad eléctrica del tronco encefálico que provoca el Eye Rapid Movement (REM) que se correlaciona con sueños más intensos”, explica a su vez la psicóloga Deirdre Barrett autora de “Pandemic Dreams” y editora de The Journal of the Association for the Study of Dream.
Pero de ninguna manera, los expertos recomiendan la autodeprivación del sueño en busca de experimentar sueños más intensos, por el contrario, Naiman advierte que la privación del sueño, también implica una “deprivación de los sueños” en su función primordial y evolutiva. “Muchos de los problemas de salud atribuidos a la pérdida de sueño en la actualidad son el resultado de una epidemia silenciosa de privación del sueño REM. Esta pérdida de sueños es un peligro para la salud pública no reconocido y que silenciosamente causa estragos en nuestras vidas, contribuyendo a la aparición de enfermedades, la depresión y la erosión de la conciencia”, plantea.
Naiman aconseja retomar una buena calidad y duración del sueño mejorando desde la temperatura de la habitación a la hora de dormir, dejando de lado la procastinación, las pantallas y dispositivos antes de ir a la cama, etc. Esto, para replantearnos la perspectiva de lo que soñamos como fuentes internas de sabiduría, en lugar de algo extravagante a lo que temer o desconfiar: “Las experiencias difíciles del día a día son parte esencial de una buena vida, y soñar es simplemente nuestra forma de descomponer y asimilar esas experiencias”, concluye.